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Introducción
El IVA. Ese pequeño porcentaje que aparece en todos nuestros tickets de compra y que nos hace suspirar cuando vemos el total a pagar.
El Impuesto sobre el Valor Añadido es un tributo indirecto que grava el consumo de bienes y servicios en España y en la mayoría de los países de la Unión Europea.
En otras palabras, cada vez que compras algo, pagas una parte de impuestos sin darte cuenta. Y sí, aunque no nos guste, gracias a él se financian hospitales, carreteras y otros servicios públicos. Así que tiene su razón de ser (aunque duela).
Para los autónomos y empresas, el IVA es aún más relevante, porque no solo lo pagan cuando compran, sino que también lo cobran en sus facturas y lo tienen que declarar trimestralmente.
Por eso, entender los diferentes tipos de IVA y cómo se aplican es clave para no meter la pata y evitar disgustos con Hacienda.
En este artículo, vamos a explicarlo de forma sencilla, sin tecnicismos innecesarios y con ejemplos que te harán verlo más claro que el agua.
¿Qué es el IVA y cómo funciona?
El IVA es un impuesto sobre el consumo, lo que significa que lo pagamos cuando adquirimos bienes o servicios.
Pero aquí viene la parte interesante: las empresas y los autónomos no lo pagan como un coste propio, sino que lo repercuten en sus clientes y lo ingresan en Hacienda. Eso sí, también pueden deducirse el IVA de las compras que hacen para su negocio, compensando así una parte de lo que han cobrado.
Por ejemplo, si tienes una tienda y vendes una camiseta por 10€, con el IVA del 21%, el cliente pagará 12,10€. Esos 2,10€ de IVA no son tuyos, sino que tendrás que entregárselos a Hacienda. Pero si además has comprado perchas para tu tienda y te han cobrado IVA, puedes restarlo del IVA que debes ingresar. Así funciona este juego de sumas y restas que tanto nos encanta.
Los tipos de IVA en España en 2025
En España, existen tres tipos de IVA: el general, el reducido y el superreducido. Cada uno aplica a diferentes productos y servicios, dependiendo de si son esenciales o no. Vamos a verlos con detalle.
1. IVA General (21%)
Es el más habitual de los tipos de IVA y el que más se aplica. Si un producto o servicio no está en la lista de los tipos reducidos o superreducidos, casi seguro que lleva el 21%. Algunos ejemplos son:
- Ropa y calzado (sí, esos zapatos que tanto querías vienen con un 21% de IVA).
- Electrónica y electrodomésticos.
- Vehículos y sus accesorios.
- Servicios de telecomunicaciones (móvil, internet… sí, también duele).
- Hostelería y restauración (excepto productos básicos).
- Servicios profesionales como abogados, consultores y diseñadores.
2. IVA Reducido (10%)
De los tipos de IVA, este es el que se aplica a productos y servicios que no son de primera necesidad, pero sí tienen cierto carácter esencial o social. En 2025, sigue vigente para:
- Productos de alimentación no básicos (carnes, pescados y refrescos, por ejemplo).
- Transporte de viajeros (autobuses, trenes, aviones… sí, incluso ese billete que te parece carísimo ya tiene un 10% de IVA aplicado).
- Servicios de hostelería, restauración y catering.
- Agua para el consumo humano o agrícola.
- Entradas a espectáculos culturales, como cines o teatros (¡al menos aquí nos hacen un pequeño descuento fiscal!).
- Servicios funerarios (porque hasta en el último momento hay que pagar impuestos).
3. IVA Superreducido (4%)
El más bajo de los tipos de IVA en España, reservado para productos de primera necesidad. Aquí entran:
- Alimentos básicos como pan, leche, huevos, frutas y verduras.
- Libros, periódicos y revistas (para fomentar la cultura, aunque no sean best-sellers).
- Medicamentos de uso humano.
- Sillas de ruedas y prótesis.
- Viviendas de protección oficial (VPO).
Casos especiales y exenciones de IVA
Hay ciertos productos y servicios que están exentos de IVA. ¿Eso significa que no se paga nada? Bueno, no exactamente. Lo que ocurre es que el proveedor del servicio no lo cobra ni lo declara, pero tampoco puede deducirse el IVA que haya pagado en sus compras. Entre los sectores exentos encontramos:
- Servicios sanitarios y educativos (un alivio para colegios y hospitales).
- Operaciones financieras y de seguros.
- Servicios prestados por entidades sin ánimo de lucro.
Caso especial: Inversión del Sujeto Pasivo en las Chatarrerías
Las empresas dedicadas a la compra-venta de chatarra y residuos metálicos están obligadas a aplicar la inversión del sujeto pasivo en las operaciones en las que venden a otras empresas sujetas a IVA (no a particulares ni a entidades exentas de IVA). Esto significa que el vendedor no repercute el IVA en la factura y que este es quien declara el IVA de la compra como «soportado» y «repercutido» a la vez, compensándose automáticamente y resultando en un saldo de IVA neutro. Hablaremos en detalle más adelante en un artículo sobre la inversión del sujeto pasivo.
¿Cómo afecta el IVA a autónomos y empresas?
Si eres autónomo o tienes un negocio, el IVA te acompaña en tu día a día. Debes declararlo trimestralmente a Hacienda mediante el famoso modelo 303, donde informas del IVA que has cobrado a tus clientes y el que has pagado en tus compras. Al final del año, también toca presentar el modelo 390 con el resumen anual.
Llevar un buen control de facturas y gastos es clave para evitar sustos. No todo el IVA que pagas es deducible, así que si tienes dudas, lo mejor es contar con un buen asesor que te ayude a evitar errores (y multas).
¡No te compliques con el IVA!
Si todo esto te sigue pareciendo un lío, no te preocupes. En nuestro artículo «Impuestos sin drama: Descifrando el IVA, los modelos y las retenciones«, te explicamos paso a paso cómo hacer la declaración sin sudar la gota gorda.
Conclusión
El IVA es una parte inevitable de nuestro día a día, tanto como consumidores como empresarios o autónomos. Saber qué tipo se aplica a cada producto o servicio es clave para gestionar bien tu negocio y evitar problemas con Hacienda. En 2025, seguimos con los mismos tipos de IVA: el general (21%), el reducido (10%) y el superreducido (4%).
Ahora que lo tienes claro, la próxima vez que veas una factura, ya sabrás exactamente por qué pagas lo que pagas. ¡Y recuerda! La gestión del IVA no tiene por qué ser un dolor de cabeza si lo llevas al día. Si aún tienes dudas, busca ayuda profesional y evita sustos fiscales.
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